EUROPA
PRESS
11
mayo 2016
Investigadores de la Universidad de Copenhague (Dinamarca) han
visto que los probióticos no conllevan ningún beneficio para la microbiota
intestinal de personas sanas, pese a que son ampliamente consumidos entre la
población general.
Así se desprende de los
resultados de una revisión de estudios publicada en la revista 'Genome
Medicine' que incluyó siete ensayos controlados y aleatorios que medían los
posibles beneficios de estos productos en población sana, de lo que apenas hay
evidencia científica disponible.
Los investigadores
analizaron los diferentes efectos sobre la estructura general de la microbiota
que se asocian a los probióticos, que la Organización Mundial de la Salud (OMS)
describe como aquellos microorganismos vivos que confieren un beneficio para la
salud del huésped si se administran en cantidades adecuadas.
En este caso se midió el
número de especies presentes, la uniformidad (distribución de las especies
dentro de las poblaciones) y si los grupos probióticos utilizados dieron lugar
a más cambios en la población bacteriana de su intestino que quienes recibieron
placebo.
Los autores vieron que, de
los siete estudios analizados, sólo uno reveló unos cambios significativamente
mayores en la composición bacteriana de la microbiota intestinal en los
individuos que consumían probióticos, en comparación con quienes no lo
hicieron.
Sin embargo, estudios
previos han demostrado que estos productos sí causan un desequilibrio en personas
con obesidad, diabetes o cáncer colorrectal, en los que se sabe que pueden
resultar beneficiosos.
Es más difícil de medir su efecto
El problema, según los
autores, es que mientras en estos casos se puede evaluar su efecto con
indicadores como el índice de masa corporal (IMC), la resistencia a la insulina
o la gravedad de los síntomas gastrointestinales, en personas sanas su efecto
es más difícil de medir.
En la revisión se buscaron
estudios en diferentes bases de datos de ensayos clínicos y se excluyeron
aquellos que no eran controlados y aleatorios, los que no establecían una
comparación con un grupo control o los que combinaban los probióticos con otros
tratamientos.
Los siete estudios
seleccionados incluyeron a personas sanas de 19 a 88 años, la mitad eran
mujeres y los probióticos utilizados incluían galletas, bebidas, sobres o
cápsulas, utilizados entre 21 y 42 días.
"Aunque los
probióticos pueden beneficiar a personas con desequilibrios asociados a la
enfermedad de la microbiota intestinal, hay poca evidencia de sus efecto en
individuos sanos”, ha destacado Oluf Pedersen, profesor de la Universidad de
Copenhague y autor principal del estudio.